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Forofos de España de tierras remotísimas

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Dos horas antes del partido, sonó La Macarena. En las afueras del estadio Al Bayt, esa especie de jaima mastodóntica plantada en un desierto a medio urbanizar, pusieron un escenario con una pantalla gigante en la que estaban retransmitiendo en silencio el Croacia-Canadá . Mientras Modric y los suyos sudaban de lo lindo, una animosa disc-jockey iba pinchando música. Fue una sesión intensiva de reguetón, con mucha gasolina, algo de despacito y ese poquito de Shakira que nunca puede faltar en un espectáculo cosmopolita. La contribución española propiamente dicha quedó limitada a Álvaro Soler y, cómo no, a Los del Río. La Macarena la cantaron toda en inglés, salvo el estribillo, pero daba igual porque a esas horas cualquier idioma era bueno para menearse un poco y agitar las banderolas. La música sonó casi toda en español y no tuvieron ni medio detalle con los alemanes, con lo bien que hubiera quedado una de Scorpions para meter una descarga de tensión a la noche catarí. En la explanada que circunda al estadio Al Bayt ganó España, y por goleada. De vez en cuando se veía algún alemán alto como un pináculo, pero triunfaban las camisetas rojas. En el pabellón de un patrocinador, la gente hacía fila para acertar con el balón en los agujeros de una pared. Los más ovacionados fueron Pablo, de 6 años, y su hermano Álvaro, que cumplirá 10 la próxima semana. Vestidos impecablemente de rojo, Álvaro y Pablo han venido a Qatar con sus padres, Raimundo Oújo y Victoria García, que salieron de La Coruña hace una semana dispuestos a disfrutar de toda la primera fase del torneo. «Hemos tenido un año de triunfos familiares por diversos motivos, los chavales se están esforzando muchísimo y hemos decidido venir aquí pese a tener que organizarlo todo en el colegio, en el trabajo...», resumía Raimundo. Noticias Relacionadas estandar Si La otra selección La mujer rubia que sale al lado de Luis Enrique Javier Asprón estandar No Fútbol El uno a uno de España ante Alemania: la lucidez de Unai evita males mayores Jorge Abizanda A unos metros de la familia gallega, tres amigos de Marbella, Pablo Cobo, Jonathan González y Christian López, caminaban entre los tenderetes de refrescos equipados como si fueran a saltar al césped minutos después, con sus nombres grabados en las camisetas. Ellos se vuelven mañana, así que el España-Alemania es el único partido del Mundial que tenían señalado en rojo. «Todos los años solemos hacer un viaje juntos y decidimos que este sería el destino. Ha sido un poco más complicado por lo del alojamiento, pero nos hemos sentido muy acogidos en Qatar». Ya en el interior del estadio, la familia de Juan Urburu se hacía fotos justo antes de pasar los tornos de acceso. Llevan seis años viviendo en Abu Dabi y no podían perder la ocasión de animar a España, ahora que el Mundial les ha caído tan cerquita: «Es una emoción especial. Ya solo un partido así merece la pena, pero que encima sea tu selección...». Aficionados de otros mundos A medida que se acercaba la hora del partido, los alrededores del estadio Al Bayt se iban llenando de aficionados españoles. La bella tez cobriza de muchos seguidores que se hacían fotos con un escándalo de banderolas, churretes y bufandas rojigualdas hacía suponer que no procedían precisamente de Soria. No eran aficionados falsos ni pagados por la organización, sino futboleros entusiastas de Extremo Oriente que han elegido España como su equipo porque les gusta cómo juega y les atrae el país. A Vashkuan, natural de Chennai (India), le tira el Barcelona porque su empresa tiene la factoría en la ciudad condal. Todo su grupo ha venido a Qatar para ver el Mundial y animar a la Roja, salvo el típico heterodoxo que va vestido con los colores de Alemania para echarle quizá un poco de picante a las conversaciones. Vashkuan solo lamentaba que ya se hubiera retirado su jugador favorito, Gerard Piqué. También el entusiasta grupo de Rajlan, cuatro amigos procedentes de Sri Lanka, se paseaba por el estadio Al Bayt con todos los pertrechos de la selección de Luis Enrique. «Nos gusta el fútbol y nos gusta España. ¡Sobre todo Pedri! ¡Pedri es lo más!». Uno no se imagina a aficionados de la India o de Bangladesh comprándose camisetas rojas en las heroicas épocas de Asensi o de Juanito, cuando España garantizaba sufrimientos y agonías y espeluznantes derrotas en cuartos, pero algo cambió en el año 2008. Algo casi mágico que, como se vio ayer en la ciudad de Khor, a 50 kilómetros de Doha, en pleno desierto qatarí, convierte en forofos a ciudadanos de tierras remotísimas.

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