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La mejor remontada de la historia del Real Madrid... que no se vio por televisión

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El fútbol de los años setenta y ochenta es una imagen en blanco y negro, y en algunos casos difusa, para muchos amantes del deporte rey. Sobre todo, para los que nacieron en la última década de la pasada centuria y los millenials. Quizás por eso no estén al tanto de que las competiciones europeas de entonces nada tenían que ver con las de hoy. La Copa de Europa solo la jugaban los campeones de ligas y a eliminatoria directa desde la primera ronda, y la Copa de la UEFA -lo que hoy es la Europa League- tenía idéntico formato y la disputaban los equipos clasificados entre el segundo y el quinto lugar de los campeonatos domésticos. Dicho de otra forma, la UEFA era, en bastantes ediciones, un torneo mucho más difícil de ganar que la Copa de Europa. Y en ese torneo cimentó el Real Madrid su fama de club de remontada heroicas. En poco más de un mes, el próximo 11 de diciembre, se cumplen 35 años de un 4-0 que es considerado por muchos como la mejor remontada de la centenaria existencia del club blanco. Fue en los octavos de final de la UEFA, ante el Borussia Monchengladbach, que en tierras germanas había pasado por encima del Madrid (5-1), pero que se llevaría el golpe de vuelta en el Bernabéu: «En ese tipo de partidos hay que salir desde el pitido inicial al ataque y asumir que se van a correr muchos riesgos. Y combinar ambas cosas no era sencillo», recuerda Santillana, autor del tercer y cuarto tanto, este en el minuto 88 que obraba el milagro: «Solo recuerdo que el balón me cayó de rechace y a continuación ya estaba en el suelo aplastado por Butragueño, Cholo y Gallego». «Con el 4-0 perdí la noción del tiempo. Viví una situación de desconexión que nunca antes y nunca después la volví a vivir», explica Valdano, autor de los dos primeros tantos. El Real Madrid había ganado la Copa de la UEFA un año antes y ya lo había hecho con remontadas épicas, como ante Anderlecht, Rijeka o Inter, pero el embrión estuvo en 1975, cuando en la Copa de Europa le levantó un 4-1 al Derby County venciendo en la vuelta 5-1. Ahí también Santillana hizo el tanto definitivo: «Esos dos partidos fueron el éxtasis de la alegría. De los mejores sentimientos de mi carrera». «Aquel Real Madrid de los ochenta, que ganamos dos copas de la UEFA, tenía el gen del Castilla que llegó a la final de Copa en 1980 y lo hizo remontando a grandes equipos de Primera y Segunda», rememora Gallego. La remontada ante el Borussia Monchengladbach, rival hoy del Madrid en la Champions, tuvo todo lo que ha de tener una hazaña así. Corazón, suerte y fútbol, claro, aunque menos de lo que se deseaba: «Si hablamos de argumentos futbolísticos no fue nuestro mejor partido, pero había magia entre ese Madrid y ese Bernabéu. Los alemanes tenían una gran condición física y técnica y eran un gran equipo. Por eso, a pesar de hacerle dos goles en los primeros quince minutos, aguantaron muy bien y solo sucumbieron a dos minutos del final. Hubo remontadas mejor jugadas, pero no tan emocionantes», reflexiona Gallego. Tácticas intimidatorias «Preparamos muy bien la vuelta. Los jugadores vimos el partido de ida solos, sin Molowny ni nadie del cuerpo técnico. Así se lo pedimos al entrenador con la idea de ver los errores y tomar nota para salir a por ellos sin titubeos desde el principio», relata Maceda, que refresca otra táctica de aquel día, cual banda estrella de rock, para encender aún más a la grada: «No salimos a calentar al campo para que nuestro primer contacto con el Bernabéu fuera justo antes de comenzar el partido. Eso generó aún más expectación entre los aficionados». «Jugué infiltrado y aguanté 75 minutos. Tenía una hernia discal, pero quería estar ahí», recuerda San José, que vio el tanto de Santillana ya desde el banquillo. También el icónico cambio de Juanito, en el minuto 90, brincando de alegría mientras se dirigía a la banda para ser sustituido: «Recuerdo más esos gestos de Juanito que el propio partido. Su alegría reflejaba a la perfección lo que acabamos de lograr. Qué Madrid tan especial era aquel, con dos personalidades tan opuestas», argumenta Martín Vázquez, el elegido para relevar a Juanito. «Cuando marcó Santillana cogí el balón y me fui directamente a nuestra portería a para celebrarlo con el fondo. Entonces solo se jugaba con una pelota y recuerdo cómo el árbitro me persiguió hasta allí para que la devolviera y pudiera reanudarse el juego», recuerda Maceda, que lleva 35 años con otra imagen grabada en su cabeza: «Aquel partido no se retransmitió por televisión en directo, sino en diferido. Nada más terminar, nos fuimos a la radio, al programa de José María García y, al terminar, regresé a casa y lo hice pasando por la Castellana, al lado del Bernabéu, con mi ‘dos caballos’. Ese recuerdo me viene constantemente a la cabeza y me emociono». Fue una gesta a medias entre la ya veterana generación liderada por Juanito y la sangre nueva que traía la Quinta del Buitre: «Solo tenía siete años, y no fui al estadio. Lo escuché por la radio. Recuerdo las declaraciones de mi padre tras el partido, reivindicando el papel de los veteranos diciendo que él era un suplente de lujo. En aquella época, mi padre ya alternaba la titularidad con Butragueño y había sido ‘desplazado’ al centro del campo, como contra el Borussia», explica Roberto, el hijo de Juanito. Sus saltos de felicidad siempre serán el escaparate de la que para muchos es la mejor remontada de la historia del Real Madrid.
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