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De genio loco a ejemplo a seguir

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Desde que Bryson DeChambeau empezó a sonar en el mundo del golf hace cinco años captó la atención del público y de los expertos. Logró un hito en su etapa aficionada al ser el quinto jugador en la historia en ganar el mismo año el título universitario de la NCAA y el US Amateur (junto a Jack Nicklaus, Phil Mickelson, Tiger Woods y Ryan Moore); pero lo que más sorprendió fue su devoción por los estudios. Era motivo de chanza entre sus amigos por ser el típico empollón «rarito», pero a la postre se licenció en Físicas y entró en el mundo profesional dando un golpe en la mesa con sus ideas revolucionarias. Con su afición desmedida y enfermiza por los datos, cifras y ángulos, acabó de un plumazo con siglos de tradición en la colocación y el movimiento de golpeo de la bola. Hasta ahora se utilizaban palos de distintos tamaños en función de las distancias que se buscaban en el vuelo; es decir, varillas cortas y cabezas abiertas para golpeos más elevados y largas y cerradas para tiros más penetrantes. Lógicamente, esto provocaba que la curvatura de la espalda al colocarse tuviera que ser más pronunciada con un hierro 9 que con un 4, por ejemplo. Pues bien, después de múltiples cálculos y estudios «el Científico», como ya se le llama, decidió que él sólo iba a utilizar la variable de los grados de la cabeza, mientras que todas las varillas tendrían la misma longitud. Aunque la postura estética era bastante chocante (ver a alguien erguido en un golpe corto), se tomaba como una excentricidad que no tendría mayor recorrido. Mas el californiano no dejó de ganar desde que debutó en 2016 (en 2018 lo hizo en cuatro ocasiones) y ya se le empezó a tomar más en serio. Sin embargo, Bryson empezó a tener problemas con sus compañeros por su exceso de celo a la hora de querer tener controlados todos los parámetros posibles. Así, era desesperante verle analizar con su caddy no sólo los metros que tenía en el siguiente golpe, sino la velocidad del viento, la presión del aire o el corte de la hierba. El colmo llegó cuando ganó en Dubái el año pasado después de haber estado siete minutos preparando un golpe, cuando lo permitido son treinta segundos. Nueva estrategia Afectado por las críticas y metido en su mundo, Bryson decidió dar un nuevo giro a su carrera y optar por darle más preponderancia al físico que a la técnica. Ya no tenía capacidad para mejorar más su swing (sus sesiones en el campo de prácticas son interminables) y decidió ganar masa muscular para ir más largo en cada impacto. Comenzó una dieta hipercalórica a base de batidos de proteínas que le llevaron a ganar veinte kilos de fibra el pasado invierno y ahora se ha convertido en una persona diferente. Ha terminado de moldear en el gimnasio su nuevo físico de «increíble Hulk» y se ha convertirdo en el bombardero más temible del circuito. «Le he ido siguiendo estos últimos meses y he visto que no sólo ha trabajado la típica musculación, sino que también ha utilizado técnicas de activación muscular para ganar movilidad activa» señala el preparador físico de la Federación Española, Marco Fernández. No es que haya descubierto nada nuevo, sino que «lo ha llevado todo al extremo y le está funcionando muy bien. Seguro que a partir de ahora vamos a ver a más compañeros que optan por este tipo de preparación para ganar distancia», dice el técnico. Con sus actuales golpes de salida de más de trescientos metros Dechambeau tiene una gran ventaja sobre sus rivales, aunque no todo en este deporte es pegarle fuerte y todavía hay quienes apuestan por el toque frente a la potencia. «Yo soy de otra época y me gusta ver otro tipo de golf, con las bolas que hacen efectos y los golfistas planteando distintos tiros; ahora se juega muy fuerte y muy recto y esto no me dice nada», apunta Santi Luna, jugador del Circuito Europeo senior. Ahora bien, prosigue el madrileño, «yo lo veo así porque es como me he defendido toda la vida; si le preguntas a un chico joven, seguramente dirá que lo que quiere es ir cuanto más lejos, mejor». Juego de sensaciones La polémica ha saltado de los torneos profesionales al día a día de los clubes, porque todo el mundo tiene su opinión al respecto. «Los triunfos de DeChambeau suponen una revolución -indica Isabel Trillo, periodista que lleva tres décadas cubriendo pruebas internacionales- porque vamos a ver una nueva etapa en cuanto a la preparación física y mental. El cuerpo humano va cambiando con los años pero la parte mental siempre está ahí, por eso hay que estar muy pendiente de las sensaciones. A Nick Faldo se le criticó en los años 80 cuando cambió su swing en un momento dulce, y volvió a ganar; lo mismo sucedió con Seve Ballesteros o Tiger Woods. El golf es un juego de sensaciones y si consideran que deben modificar algo y les va bien, adelante con ello». Lo que está claro es que los logros del estadounidense ya no dejan indiferente a nadie y está anticipándose un nuevo ciclo en la forma del entrenamiento de golf. «La potencia hoy en día es necesaria y con los estudios biomeánicos se prepara a los chavales para pegarle fortísimo desde pequeños -indica Eduardo Celles, entrenador de Jon Rahm-. Ahora bien, a mí también me gusta educarles en el campo psicológico y en el técnico para que, con esas bases, luego sean capaces de corregirse ellos mismos sus errores».
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