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Jorge Culotta y la hazaña imposible

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Murió Jorge Culotta, leyenda de Pucará, y con él se va el último sobreviviente de una hazaña maravillosa: el primer triunfo de un equipo argentino ante una potencia extranjera. Culotta jugó de pilar la tarde del invierno de 1952 en que Pucará venció por 11 a 6 a Irlanda en la cancha de Gimnasia y Esgrima.

El equipo que consiguió la hazaña imposible. Pucará 11 – Irlanda 6.

Es imposible que Pucará le gane a Irlanda. Aunque los hombres de Burzaco saquen pecho y se animen a todo, es imposible. Todos lo sabemos. Aunque hablen del gran Aitor, de Pascual y su palomita, del Alemán Schmidt, de Carbone, de los Palma, del try de Amorosino a Escocia, de Delguy y sus cambios de paso, que digan lo que quieran, pero que un club de donde se terminan los mundos, el real y el de cabotaje, porque estamos hablando de un club de allá, bien al sur del Riachuelo, no venga con que le puede ganar a Irlanda. No se puede, no hay manera. Irlanda juega y gana el Seis Naciones, el torneo legendario que antes era de cinco y ni siquiera lo pudo devaluar Italia.¿ Cómo un club de acá, de los arrabales de la gran ciudad, le va a ganar a semejante potencia del rugby?

Es imposible, para todos es imposible.

Sin embargo un grupo de 18 o 20 tipos se ponen a entrenar en el invierno triste del 52. Consiguen que les presten la cancha de Newbery y hacia allá marchan tres veces por semana durante tres meses. En Burzaco siempre entrenaban de noche pero ahora, como se viene el partido imposible, consiguieron permisos en los trabajos, dejaron por unos días los estudios y se van para la cancha de Gimnasia y Esgrima, el club que habían abandonado unos años antes, a embarrarse en las tardes frías y de árboles pelados del Palermo invernal. Y cuando empiezan los problemas, cuando se lesiona Frigerio, el fullback al que nunca se le cayó una pelota, no se amilanan y llaman a Enrique Fernández de Casal, el ciego, crack de CUBA que juega en cualquier puesto de la línea. Y cuando falta un día para el partido y los nervios aprietan, se quedan sin apertura… y sin capitán!. El suegro de Ricardo Giles se muere justo un día antes del partido esperado y los jóvenes de Pucará se quedan sin uno de sus  líderes, el que forma la colosal pareja de medios con el Gringo Ehrman. Hay que salir a buscar un apertura. Alguien se acuerda de Isidro Comas, crack de Hindú. Lo llaman y lo despiertan de la siesta para contarle que al día siguiente tiene que jugar un partido imposible.

Y así llega el viernes 15 de agosto. En una ciudad apagada y todavía angustiada por la muerte de Evita ocurrida apenas veinte días antes, quince hombres intuyen que algo importante va a pasar y salen a jugar contra esos grandotes de camisetas verdes. El primer tiempo es puro vértigo. Comas, el que veinticuatro horas antes dormía la siesta, esta bien despierto y clava un drop. 3 – 0. Fernández del Casal, el crack de Universitario, mete un penal casi desde mitad de cancha. 6 – 0. Tres puntos de Hindú y tres puntos de CUBA. Y claro, los 100% Pucará se sienten tocados en su orgullo y quieren sus puntos. Por eso Horacio Laborde ensaya un drop incómodo que rebota en un palo y allá va el malón a buscar la guinda que cae lentamente. El primero que llega es el impetuoso Alfredo Palma, que se zambulle abajo de los palos con la pelota bien apretada contra su pecho. Try convertido. 11 – 0 y final del primer tiempo.

Jorge Torres Viña, el mono, entrenador del equipo, los junta en el medio de la cancha y por largos segundos se queda callado, algo poco habitual en él. Torres Viña es el maestro que impulsó la fundación de Pucará, el que mas incentivó la fuga de Gimnasia y Esgrima a puro grito en el 43. Ahora está callado, sorprendido y maravillado porque acaba de entender que lo imposible es posible. Cuando sale del asombro, firme y sereno, con una mirada honda que les llega bien adentro a los quince, les cuenta lo que se viene. “Muchachos, ellos van a salir con todo. A tacklear!”.

El Mono tiene razón. Los irlandeses, con el orgullo herido por el desparpajo de esos quince tipos que se atreven a mojarle la oreja a la historia, salen a arrasar con las camisetas rojas. Es tiempo de aguantar y se aguanta a puro tackle. Irlanda golpea y golpea. El repiqueteo le alcanza para apoyar dos tries, pero en la bandera, de conversión difícil. Son seis puntos, no mas que eso. Y así termina el partido. El publico, que en buen número había llegado a las tribunas de Newbery, ingresa a la cancha. El vértigo de camisetas verdes cambia por los sobretodos grises que acompañan la emoción de los hombres de Pucará que acaban de entrar en la historia. Entonces se ilumina el oscuro invierno del 52. Se va el gris y, por un momento, la ciudad se llena de colores.  Pucará 11 – Irlanda 6. Ya nada es imposible para el rugby argentino.

Quince jugadores de camisetas rojas transpiradas abandonan la cancha abrazados por la calle respetuosa de los irlandeses, y entre ellos va Jorge Culotta, pilar del equipo. Ese día Culotta amaneció bien temprano porque tenía que trabajar en una fábrica de porcelanas en Monte Grande “Me fui a trabajar  a las seis de la mañana en moto, volví a mi casa en Burzaco y de ahí tomé el tren hasta Constitución, después subte a Retiro y otro tren para llegar al mediodía a Palermo y almorzar con Torres Viña”. Así era la vida en la época de los padres del rugby argentino, aquellos hombres que empujaron el scrum de los sueños y le dieron impulso a una forma de entender el rugby que construyó una identidad en el fin del mundo. Ayer Jorge Culotta, pilar del Pucará del partido imposible, se unió a ellos y ahora ese pack empuja mas fuerte que nunca.

Daniel Dionisi

 

 

La entrada Jorge Culotta y la hazaña imposible se publicó primero en Periodismo Rugby.

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