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Gema Hassen-Bey: «No entiendo que el hombre llegara a la luna y a mí me cueste ir a por el pan»

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ema Hassen-Bey se ha propuesto ascender al Kilimanjaro en bicicleta adaptada para que personas en silla de ruedas puedan disfrutar de un paseo por la montaña gracias a la tecnología desarrollada para su reto. Participó en cinco Juegos Paralímpicos en esgrima, pero a ella más que las medallas, lo que le interesa es el lado social del deporte. Y todo, con su sonrisa eterna y contagiosa.

–Su reto requiere mucho tiempo y preparación...

–Empecé con un 1.000, Abantos, tardé 13 horas. Era el momento de saber si todo lo que había ideado lo podía llevar a cabo. Después hice Bola del Mundo, un 2.000, con pendientes del 20 por ciento. Iba al límite. Veía ciclistas que se bajaban en algunas rampas y me miraban como un bicho raro. Y yo pensaba, si ellos se rinden con la fuerza de las piernas, a ver yo con los brazos. Pero llegué.

–Hoy comienza la ascensión al Teide. Un paso más hacia el Kilimanjaro...

–Pensé que íbamos a tardar tres días como mucho, pero hay que superar pendientes del 60 por ciento, doscientos obstáculos y tramos sobre lava volcánica... A ver cómo respondo a partir de 3.000 metros. Hemos diseñado la primera silla de escalada del mundo. Y quiero llegar a la cumbre con una armadura que me ha hecho un amigo y con mi espada, que ha vivido cinco Juegos y está firmada por los Reyes de España. La levanto para rendir honor a los valores del deporte, que es lo que me mueve, a la diversidad y a la unidad de todos.

–¿Qué significan sus ascensos?

–Después de cinco Juegos Paralímpicos, mi reflexión es que lo de menos es la medalla. Quería que en mi proyecto lo importante fuera el camino y no el resultado. Quería salirme del entorno federativo y hacer algo más social. Hice deporte porque es un motor para ayudar. Mi idea es hacer deporte en un proyecto que estuviera al servicio de los demás.

–Nadie en silla de ruedas ha subido tan alto.

–Lo intentó un americano, pero tuvo que ser asistido. Carlota Castrejana me exponía todos los peros: la silla, la pendiente, la selva, la altitud, el frío... Y le dije, puedo intentarlo. Si me empeño en subir y gracias a ese esfuerzo diseñamos tecnología para gente con problemas de movilidad, si diseñamos un pantalón que nos quite el frío, entonces sí que hago deporte para lo que yo quiero: dejar un legado y mejorar el mundo. Estoy un poco cansada de grandes corporaciones que dicen que hacen cosas para nosotros. No puedo entender cómo el hombre llegó a la luna y a mí me cueste ir a por el pan. Y sigo viendo bordillos y nos faltan puestos de trabajo... Tenemos un Kilimanjaro cada día para las cosas más sencillas. Es un proyecto transparente, que respira solidaridad.

–Es muy importante toda la tecnología que pueda desarrollar.

–Aquí entra en juego la Gema emprendedora social, desarrollando tecnología para suplir carencias. Hemos adaptado la ciudad, que no lo está del todo, y no hemos pensado en los que viven en el campo. En África se hacen colegios, aldeas y pozos, pero a las personas que están en mi situación no les sirve de nada una silla de ruedas. Son invisibles, nadie piensa en ellos. Y este reto lo visibiliza. Orbea nos ayuda con los componentes de la bici.

–Va a necesitar ropa que genere calor en sus piernas.

–El pantalón es un prototipo que todavía no está fabricado. Hemos tenido que posponer la cima para que llegue el apoyo. Nos ayudan Ford, hoteles Barceló e Iberia.

–Se cumple un año de su operación de cáncer de mama...

–No ha sido a propósito, ha sido la vida. Recuerdo que a la doctora le dije que si me podía ir al Kilimanjaro, que me venía fatal el cáncer ahora. Esto ha sido una cima más, no tuve ningún pensamiento negativo. Esto te ayuda a valorar el tiempo y lo que significa vivir.

–Este positivismo vendría muy bien para lo que está pasando estos días con Cataluña.

–Estoy en las antípodas de eso y todo este reto es un homenaje a un gran país que es España. Somos personas diferentes que vienen de muchos sitios y juntos vamos a subir el pico más alto de España. Todo lo que está pasando es un sinsentido. Dividir es restar. Me cuesta entender qué está sucediendo. No tengo una ideología política, soy deportista y práctica. Esto no va a beneficiar a nadie. Perderemos todos. Hay que tener un poco de sensatez. Cuando escucho que están oprimidos, pienso que hay sitios en los que la gente lo pasa realmente mal.

–¿Dónde está la solución?

–Ha habido mucha corrupción y tenemos problemas serios, pero se trata de unirnos para resolverlos, no disgregarnos y desaparecer. La unidad es lo más valioso. Separarnos, discutir... La vida es otra cosa. Me parecen bien los derechos que cada uno reivindique, pero las formas son erróneas. Soy española, a mucha honra, y tengo mucha diversidad en mi persona. Soy mujer, estoy en una silla de ruedas, me apellido Hassen-Bey González y vivo en un país que ha acogido siempre a la diversidad.

–¿Ya ha imaginado el día que llegue al Kilimanjaro?

–Si logramos subir significará que hemos diseñado la bici, la silla para escalar, que hemos inventado el pantalón... y después hay que desarrollar esos productos, darles un mercado. Es una barbaridad que las sillas de ruedas cuesten lo que cuestan. Deseo un producto que se pueda comprar. Y quiero ser la primera y no la última que suba a las montañas. Si alguien quiere ir a la sierra y está en silla de ruedas, que tenga estos productos para hacerlo. Cuando te mueves generas una energía que es imparable.

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