El universo de Rolando Faba: un artista que no le teme a los saltos al vacío
El universo creado por el costarricense Rolando Faba y los Museos del Banco Central en la exhibición Salto al vacío está conformado por una constelación de 45 obras recientes del artista. Todas ellas resultan de su experimentación azarosa e ilimitada y de las inesperadas conexiones que provienen de sus disímiles afinidades por campos del pensamiento y quehacer inventivo del ser humano.
Rolando Faba se formó como artista gráfico durante la década de 1970. Desde entonces, se ha caracterizado por la creación de imágenes cargadas de poéticas únicas y diversas, por la exploración técnica, y la transformación continua de su lenguaje visual; el cual oscila entre la figuración y la abstracción. Su obra se ha apoyado en las artes gráficas y pictóricas, ámbitos desde los que ha desarrollado creaciones bidimensionales e instalaciones. Aunque se reconocen trazas de su trabajo anterior en las series creadas para esta muestra, prevalece el juego libre con nuevas posibilidades creativas.
Esa exploración no solo pasó por los lienzos y la pintura, sino también por la interlocución continua con María José Monge, curadora de artes visuales de los museos. Una conversación con ambos hace perceptible el proceso que culminó en la exhibición, la cual se podrá visitar hasta el 24 de marzo.
— ‘Salto al vacío’ es un proyecto que se originó en el 2015, aunque la muestra se concreta en el 2023. ¿Cuáles fueron los momentos más importantes del proceso desde el punto de inicio hasta ahora?
— Rolando: Este grupo de obras es el resultado de una exploración, de un interés por los límites. El proceso de creación de las obras tuvo varios momentos definitorios de vías conceptuales, posibilidades técnicas y coincidencias temáticas que permitieron crear las conexiones pertinentes dentro de un conjunto de obras disímiles por su diacronicidad. La rigurosa investigación curatorial fue una concordancia armoniosa de voces contrapuestas que desde el inicio se reveló como fundamental para desarrollar la meticulosa cartografía de los territorios explorados.
—María José: Desde mi punto de vista, este proceso curatorial, a diferencia de otros que he tenido la posibilidad de desarrollar, estuvo marcado por las contingencias de la vida. La invitación a Rolando la hicimos desde mucho tiempo atrás, probablemente el 2015, pensando en que la exposición se realizara en el 2018-2019. Sin embargo, enfermedades, viajes, la pandemia, entre otros aspectos impredecibles se impusieron, obligándonos a postergar el proyecto. Hoy, a pocos días de cerrar la exhibición, pienso que esa fue una dimensión crucial porque determinó el proceso creativo de Rolando y mi trabajo investigativo.
“Recuerdo que inicialmente, con Rolando conversamos sobre cómo había evolucionado su trabajo desde finales de los años setenta a hoy, pasando de uno cuyas inquietudes temáticas, técnicas y expresivas eran muy explícitas, a otro en el que la intencionalidad personal perdía protagonismo con el ánimo de hacer que las obras pudieran funcionar con autonomía de esa dimensión subjetiva, aumentando los márgenes de posibilidad de las obras para detonar las más diversas experiencias en las personas.
“Aunque este posicionamiento estético de Rolando no ha cambiado, sí es cierto que el proceso de creación de las obras de esta serie es indisociable de todos los imprevistos que comenté antes, pues impactaron emocional y creativamente el proyecto. Tanto así, que en algún momento comprendimos que estábamos inmersos en una especie de salto al vacío y renunciamos a la expectativa de control del proceso mismo. Comprender eso, nos permitió asumirlo y redimensionar el trabajo de cada quien desde una perspectiva distinta. En mi caso, me permitió examinar retrospectivamente el trabajo de Rolando e identificar que muchas de las líneas de exploración que estaban ocurriendo desde el 2021, tenían antecedentes en sus trabajos de finales de los años setenta, aunque estilísticamente fueran rotundamente contrastantes”.
—Rolando: A lo que comenta María José sumo otros momentos clave. La exhibición al público, que es el objetivo principal de la institución y el mío, abre un nuevo espacio de posibilidades, se completa el circuito de la comunicación y es entonces cuando las obras empiezan a funcionar, a dialogar con el espectador y crear sentido. Todo esto respaldado por una museografía eficaz y un apoyo didáctico notable.
“Por otro lado, las actividades programadas por la institución han promovido la participación del público, permitiendo una relación más amigable con las obras y el entorno museístico. Creo que la institución cumple con creces su misión de investigar, conservar y difundir el conocimiento para beneficio de los ciudadanos”.
—¿Por qué ‘Salto al vacío’? ¿Cómo, bajo este título, convergieron el trabajo del artista y la lectura curatorial?
—María José: Salto al vacío es una expresión que sintetiza un estado de conciencia sobre el propio proceso creativo oscilante entre la tensión de tener el control o renunciar a él. Colocarse en una u otra posición tiene sus implicaciones: mientras los saberes y la experticia adquirida sustentan cierta fórmula exitosa que podría correr el riesgo de agotarse en sí misma; la renuncia de ellos abre una ventana de posibilidad para el hallazgo de nuevos elementos, aunque con el riesgo de fracasar en el intento.
“Quizá por eso, las obras que conforman la muestra son poderosamente sugestivas, porque están vinculadas a un amplio abanico de emociones, desde aquellas socialmente validadas, como la esperanza y la alegría, hasta aquellas minusvaloradas, como la angustia o el miedo. Por eso digo que en esta exposición se impone el vínculo arte-vida.
“Como la conciencia sobre el salto al vacío aconteció inicialmente como una develación y no como una formulación consciente, en términos curatoriales fue un proceso desafiante, porque implicó una especie de “desciframiento” de lo que estaba ocurriendo. Para esto fue necesario realizar un acompañamiento muy cercano al proceso de Rolando y, simultáneamente, un trabajo de análisis de su obra previa. De hecho, el cruce entre su obra anterior y su obra reciente fue lo que permitió dimensionar la potencia del ‘salto al vacío’ como eje transversal de su obra”.
— Rolando: En línea con esta dimensión procesual que comenta María José, el título también estuvo asociado con el mito de Faetón y su moraleja sobre la temeridad y su castigo: la caída. Por eso llamé a este conjunto de obras Nimium temeraria lapsus (”Un pequeño lapsus de temeridad”), ya que planteaban un cambio radical en mi forma de trabajo y por lo tanto un riesgo. Paralelamente, siento una gran afinidad conceptual por una obra de Yves Klein (1928-1962): el performance titulado Le saut dans le vide (”El salto al vacío”) de 1960, que explora la relación del arte con lo inmaterial. La suma de estos conceptos y su presencia en la forma y el contenido de las obras sugirió el título, que implica también una actitud.
— ¿Por qué dar cabida a lo azaroso, lo inesperado, lo caótico, el error? ¿Qué de trascendental tiene esto en la creación artística?
— María José: Estos aspectos suelen ser, en el arte en general, una muestra contundente de aquello que en los procesos de socialización perdemos porque se considera ocioso, improductivo o riesgoso, obviando que buena parte de los procesos de creación y de aprendizaje se fundamentan en ellos. Otras culturas tienen muy claro esto, pero la nuestra lo ha desestimado.
— Rolando: Lo trascendental es un asunto serio y no creo que sea la única meta de la creación artística. A través de la historia algunas obras lo alcanzan, pero son muy escasas. Por el contrario, el caos, el azar, lo inesperado y el error son cotidianos, siempre están presentes, son el origen y el final de todo y por eso son un campo fértil para la creación.
— Como “cómplices” del proyecto, ¿cuáles posibilidades creen que ofrecieron estas imágenes a las miradas de quienes visitaron o visiten la muestra en sus últimos días?
— María José: Siempre es aventurado referirse a las experiencias de otras personas. Para no especular mucho, puedo decir que para mí ha sido muy gratificante ver el gusto con el que las personas que visitan la exposición se permiten crear sus propias imágenes con las herramientas que Rolando ha creado para “perder el control” en su propio proceso creativo.
“También ha sido estimulante observar cómo se trascienden los prejuicios que a veces tenemos sobre el arte abstracto, no sé si es por la invitación que las obras hacen de saltar al vacío en términos perceptivos, es decir, perder el miedo a ‘no entender’ o a ‘no saber ver’, desde la premisa de que todas las experiencias son enriquecedoras”.
— Rolando: Pienso que el arte es un dispositivo para el conocimiento, un sistema de ideas y un canal para las emociones, si las obras consiguen estimular la curiosidad, generar preguntas y provocar la reflexión en los espectadores podremos sentirnos satisfechos con nuestra modesta contribución.
— Rolando, pensando en una futura retrospectiva de su producción artística, ¿qué lugar ocupan este conjunto de obras?
— Rolando: Creo que todavía es temprano para pensar en una retrospectiva, aún hay mucho por explorar y toda exploración es impredecible. Seguramente algunas de estas obras tendrían que figurar en una revisión completa de mi trabajo en el futuro.
“Esta exposición marca un punto importante en el desarrollo de mi trabajo, ya que me ha permitido ampliar mi espacio expresivo con nuevas posibilidades técnicas y abordajes conceptuales. También me ha brindado la oportunidad de compartir mi obra con un público muy amplio y ávido de conocimiento, cuya actitud de apertura y afán de participación en el hecho artístico han sido muy estimulantes”.