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De Wimbledon 2023 a Wimbledon 2024: el gigante salto de Alcaraz

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Ha logrado tanto Carlos Alcaraz que parece que siempre estuvo aquí, en lo más alto del planeta tenis. A veces cuesta pensar que solo tiene 21 años y que hay todavía mucho que escribir y decir de él, coronado en Wimbledon por segundo año consecutivo por una mejoría extraordinaria de sus capacidades, ya de por sí extraordinarias. Se ve el desarrollo en la pista y, sobre todo, en el rostro de los rivales cuando termina el partido. Todos lo han intentado con todo lo que tenían, a unos pocos no les ha alcanzado; muchos otros se han quedado muy lejos. Tan inalcanzable se ha vuelto Alcaraz que ya se atreve a afirmar con palabras lo que se ve en cada choque: «Sí, siento que muchos partidos dependen de mí». Es lo que quiere este Alcaraz, cuando quiere este Alcaraz y como lo quiere este Alcaraz de, que no se olvide nadie, 21 años. Es un alumno aventajado ávido por seguir aprendiendo, que tiene la humildad y las ganas de querer ser mejor, aunque a veces le cueste, como todo 'centennial', desconectarse del móvil y conectarse durante todo el partido. Hace un año, Juan Carlos Ferrero asumía así la primera final de Wimbledon, contra Novak Djokovic: «Jugar estos partidos te hace madurar más rápido. Son situaciones importantes, y aprenderá a tomar estos partidos con más naturalidad, aunque sin acostumbrarse. Gane o pierda le hará crecer. Ya le pasó con algunos de los partidos que perdió el año pasado, y lo ha hecho». Ganó aquel 16 de julio de 2023, y Alcaraz siguió creciendo, con esa filosofía de trabajo de un chaval que sueña en grande, que dibuja cabriolas con la raqueta como si fuera un niño, pero que está bien anclado a la tierra. «A pesar de sus 21 años, escucha, intenta aprender y, cuando sale de la pista, comenta las sensaciones, el porqué, cuándo y cómo, y cuida los detalles que todavía se le van escapando», señala este sábado el mismo Ferrero, que sigue con esa línea de enseñar y soltar cuerda para que el chaval se exprese en la pista como quiere, pero vayan calando las lecciones. «Hay que aprender mucho de los partidos, sobre todo de los que se van perdiendo porque te hieren un poquito más y tienes que prestar más atención. Pero con los que se ganan también hay que quedarse, y no olvidarse de lo que has hecho mal o lo que tienes que mejorar». En el apartado técnico también hay margen de mejora. Que tiene esos golpes de 'locura' controlada y los tiros de gracia con los que encandila al personal inherentes a su ADN, pero también hay horas de trabajo y cubos de pelotas para afinar las cuerdas. La asignatura en la que más ha avanzado es el saque, modificado biomecánicamente para realizar un movimiento más fluido para no cortar la velocidad del brazo: «Ahí es donde más está creciendo. Todavía le falta esa consistencia que queremos para que el nivel sea óptimo durante todo los partidos. Contra Medvedev fue de lo que más nos costó». El saque es el golpe en el que más influye la cabeza. Ese partido contra el ruso es claro ejemplo: Alcaraz tuvo un porcentaje de primeros servicios de apenas un 36 %. La respuesta llegó después: «Entré al partido muy nervioso. En cuando me calmé, jugué mejor». El porcentaje subió al 65 %. Matemáticas mezcladas con la emoción, que también se entrena. «Se ha dado cada vez más cuenta de que la fortaleza mental es algo que le saca de muchos problemas. Es un jugador muy emocional, suele mostrar sus emociones mucho. Pero cada vez lo está manejando mejor, sabiendo salirse de esos problemas. Un año de experiencia sirve para mucho». Donde más han notado los rivales el estirón es en esa capacidad que tiene de adaptarse a la superficie en apenas un chasquido. «La manera de moverse con solo dos años en hierba es increíble. Veo muchas similitudes en él en cómo nos adaptamos a las superficies y a los rivales. Creo que es su mejor aptitud, que tiene habilidades para jugar igual de bien en todas las superficies». Especialmente destacado su desempeño en la hierba, que ya dominó en 2023, títulos en Queen's y Wimbledon, que ya doblegado en este 2024, resbalón en la segunda ronda del torneo preparatorio y defensa del título en la Catedral. «Son horas y días de trabajo. Es difícil. En Queen's no jugué bien y decidí quedarme para trabajar hasta sentirme lo más cómodo posible. No hay ningún secreto», admitía el murciano, aunque sí se atrevió a resbalar antes que el año pasado, con los magníficos resultados que le ha reportado la osadía. «El cambio es difícil para los españoles y para todo el mundo. Es una superficie en la que solo juegas tres semanas al año y casi todo el mundo no se adapta bien, sobre todo por la movilidad que necesita en la pista. Carlos, por su tipo de juego, ya vimos cuando jugó el júnior que se podía adaptar muy bien en el futuro y lo está demostrando. Cuando le ha cogido el tranquillo a moverse bien en la pista, su juego se adecúa a la perfección a la hierba», explica Ferrero. Un todoterreno. No sorprende al equipo lo que ha conseguido hasta ahora, pues repiten que sabían de su potencial y viven cada día cómo se empapa para ser mejor. Pero quieren destacar lo que significa, pues parece que hacer de lo extraordinario costumbre se pierde el valor. «Nosotros tenemos muy claro el nivel que tiene y que puede llegar a lo que está llegando, pero generarlo cada semana, la gente tiene que saber que es tremendamente difícil. Se han acostumbrado a que él esté ahí arriba siempre, y es algo fuera de este mundo. Hay que valorarlo y admirar lo que hace . Por eso hay tanta admiración hacia Rafa, Novak y Roger, que lo han hecho tantísimos años. No es nada fácil. El nivel que está mostrando, sobre todo también a nivel mental y aguantando esa presión que todo el mundo le pone de que va a llegar a estas rondas finales, es un superdiez para Carlos». Ferrero zanja la cuestión de si se cansará el murciano de ser tan superior: «Con la edad que tiene vive el momento e intenta llegar lo más lejos que puede. No, con 21 años no se puede acostumbrar». Ya lo decía el chaval: «Tenemos hambre de más». Mejorada la técnica, aumentada la capacidad mental, elevada la confianza, multiplicada la ambición… ¿cuántos jugadores pueden pararlo? «Los que están arriba del todo (Sinner y Djokovic) siempre tienen posibilidades, pero si Carlos está al cien por cien, hay tres o cuatro, no muchos más», admite Ferrero.

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