El entrenador de boxeo que combate el acoso escolar a través del deporte
Acoger a los más vulnerables de forma desinteresada y darles el impulso vital que necesitan. Es el objetivo que persigue Ángel Torrejón, profesor de boxeo en Boxearte, su propia escuela en San Sebastián de los Reyes (Madrid). En este centro se ofrecen clases a grupos de niños desde que comienzan a dar sus primeros pasos en este deporte hasta lo máximo que puedan y quieran aspirar, además de impartir entrenamientos personales.
No obstante, son las clases de los sábados las que destacan por encima de todas por su vocación transformadora. Se trata de sesiones de boxeo gratuitas para niños que sufren bullying y, en ocasiones, también aceptan a adultos con problemas en el trabajo: “Me afecta ver cómo lo están pasando los padres, me afecta ver a los niños así y me da mucha rabia”, explica el entrenador.
Antes de comenzar su proyecto personal, Boxearte, le llamó la atención la cantidad de padres que venían a buscar ayuda en el gimnasio en el que entrenaba. Al no ser su propio centro deportivo, no podía asistirles de la misma forma que lo hace ahora: “Venían muchos padres a comentarme que sus hijos tenían problemas. Al no ser mi gimnasio propio, no podía ofrecer clases gratuitas. Por ello, desde los inicios en Boxearte, empezamos con las clases gratuitas para combatir el bullying”.
“Desde los inicios en Boxearte empezamos con las clases gratuitas para combatir el ‘bullying’”
Torrejón practicó deportes de contacto desde muy temprano. Empezó en el taekwondo con tan solo cuatro años y lo compaginó con el boxeo cuando entró en su gimnasio tres años después. Su amor por este deporte fue tal que nunca lo abandonó y se convirtió en el maestro que es ahora: “El boxeo sirve para todo. Sirve para generar endorfinas y ayuda a descargar, desconectar y mejorar. Engancha. Y viene muy bien para tu defensa y tu seguridad. Es el deporte más completo que conozco”, admite.
Valores heredados
Siempre se ha podido encontrar a Ángel Torrejón entre Alcobendas y San Sebastián de los Reyes. Tanto su vida personal como su vida profesional han estado vinculadas y arraigadas a estos municipios de la Comunidad de Madrid. En concreto, Torrejón entrenaba con su maestro Félix Rivas en el Gimnasio Victoria, según él mismo “de los pocos gimnasios que tenían boxeo” cuando comenzó a dar sus primeros pasos.
Desde sus inicios en este deporte, la enseñanza fue una fijación para él. Y la influencia de Rivas fue decisiva: “Nos inculcaba el enseñar a los que eran menores que nosotros, sobre todo en el taekwondo. Me decanté muy rápido en ponerme a enseñar porque era lo que más me gustaba”.
Los valores de compañerismo, disciplina, constancia y respeto son los que ha conservado desde entonces y transmitido tanto a sus competidores como a sus pupilos de los sábados. Y la satisfacción con el resultado no puede ser más plena: “Aquí tengo niños muy majos. Ningún niño va por encima, ni abusa, ni nada, al contrario. Siempre están dispuestos a ayudar con cualquier cosa y estamos todos encantados. Tenemos mucha suerte en esta escuela”.
Un proceso difícil para los padres
Los sábados fueron el día escogido para acoger, entrenar y empoderar a los grupos de niñas y niños que se encontraban en problemas puesto que es el día en el que no suele haber clases ni en colegios ni en institutos. “Antes de coger a nadie, siempre escucho primero a los padres. Siempre conozco qué le pasa al niño o niña en el colegio o en el instituto. Y una vez que hay plaza disponible, vienen a probar”, indica el entrenador de Boxearte acerca de los primeros pasos para incluirlos en la dinámica.
Son muchos los padres que acuden buscando ayuda. El maestro de Boxearte admite que “con facilidad una madre o padre pueden perder los nervios si a su hijo le están machacando constantemente”. Al igual que los afectados, los padres o tutores legales deben tener confianza en que “de todo se sale si se enfocan bastante en el deporte o en una afición que les guste mucho”.
La satisfacción de las buenas causas
El poder que tiene el deporte en una autoestima herida no tiene parangón. En los sábados, el primer paso nunca es enseñarles a cómo moverse o a cómo lanzar un croché. El punto de partida es convencerles de que hay salida: “No es culpa de ellos, es culpa de los otros. Insisto en que de todo se sale y que cada día van a estar mejor”, agrega Torrejón.
El mayor reconocimiento a su labor lo encuentra en los propios niños “cuando empiezas a ver que sonríen y hacen piña entre ellos” y cuando los padres le dicen que “ya han mejorado en el colegio y ya no tienen problemas”. Por ello, muchos de los niños que prueban en estas clases gratuitas se pasan a los entrenamientos entre semana.
“Me da igual el cobrar o no cobrar por la satisfacción con la que me voy de poder ayudar a un chaval. Encima no he tenido ni que buscarlos, han venido ellos a mi casa para que les ayudara. Es supergratificante”, detalla Ángel Torrejón, agradecido a los grupos de niñas y niños que ha formado a lo largo de su amplia trayectoria.