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La cosa no viene fácil

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La opinión pública nacional e internacional está bastante dividida entre los que creen que el gobierno de la usurpación últimamente ha ganado en estabilidad y los que, por el contrario, creen que está contra las cuerdas como se refiere en el argot del boxeo a quienes están arrinconados con pocas posibilidades de recuperación. Este columnista se anota en aquel dicho tan vernáculo de “ni tan calvo ni con dos pelucas” al percibir que hay motivos para pensar en una u otra vertiente aunque –justo es reconocerlo- nos inclinamos más a pensar que al combo de Miraflores y secuaces le quedan ya pocas alternativas de viabilidad, pese a las maniobras que con ingenio, malicia, opacidad y más que dudosa legalidad ejercitan a diario.

En primer lugar, el caso Saab parece haber sido un duro golpe no solo por el peligro que el susodicho ciudadano se convierta en cantor estrella de la última ópera chavista en los escenarios norteamericanos gerenciados por la DEA, sino por la lección que su apresamiento debe haber generado entre quienes saben que una vez haya cesado la usurpación tendrán pocas posibilidades de escapar de la aplicación de una justicia nacional que –deseablemente- pueda haber recuperado al menos parte de su independencia.

De la mano con lo anterior va la información no desmentida de que el régimen anda en busca de comprar una aeronave marca Airbus dicen que propiedad de Avior, la cual tiene como primera y determinante capacidad la de volar sin escalas entre Caracas y Teherán de manera que puedan evitarse  sorpresas como las de Cabo Verde, que demostró cuán eficiente puede ser Interpol y cuánto más eficientes pueden llegar a ser las agencias de inteligencia de algunos países que permitieron seguir los pasos a un ciudadano cuyas presuntas fechorías contravienen y lesionan la legalidad jurídica internacional.

Si yo fuera uno de los de la “nomenklatura” bolivariana, a estas alturas ya estuviera calculando autonomías de vuelo de aeronaves con vista a los mapas que señalan la ubicación de los pocos países que me recibirían a la hora de la chiquita.

En el desespero acaba de firmarse un negocio de explotación minera con empresas turcas en el ilegal “Arco Minero” de nuestro sur que se ha convertido territorio donde la presencia del Estado casi no existe, habiendo sido sustituida por mafias y grupos paramilitares/terroristas extranjeros que en nefasta yunta sustentan la maniobrabilidad de Maduro & Cía. para generar recursos que permitan aunque sea una precaria extensión de su estadía en Miraflores. Suponemos que esos “inversionistas” turcos y otros similares estarán en cuenta de que sus contratos o acuerdos son totalmente nulos de nulidad absoluta y su vigencia acabará en el mismo momento en que termine la usurpación dado que no han recibido la aprobación de la Asamblea Nacional, tal como se requiere para los contratos de interés público. Ante esa perspectiva imagínese usted, lector, cómo serán las leoninas condiciones que se impondrán a nuestra postrada Venezuela y que nadie conoce por haberse negociado con absoluta opacidad.

También debemos estar atentos al hecho de que no todos los escenarios de peligro se debaten en el ámbito económico o el sanitario a cuenta de la pandemia. En la próxima semana se iniciarán las audiencias en la Corte Internacional de Justicia en La Haya por el caso de la Guayana Esequiba. En esta primera fase de debatirá si ese tribunal considera que es competente o no para revisar la solicitud de Guyana de decidir la nulidad o validez  del laudo arbitral de 1899 que desfavoreció sustancialmente a Venezuela. En esta oportunidad el gobierno del señor Maduro ha elegido la opción de no concurrir a la discusión por considerar que el tribunal no es competente. Es una de las tácticas permitidas por el Estatuto de la Corte y es la que los abogados contratados por la usurpación han recomendado. De allí saldrá una decisión que ojalá reconozca que la Corte no tiene competencia. Si lamentablemente ocurriera lo contrario se abrirá una discusión jurídica en fase judicial acerca del fondo del asunto que es justamente la determinación de la validez de un arbitraje que lleva ya 120 años de haber fijado la frontera con Guyana en términos harto desventajosos para nosotros.

La apuesta que hace el chavismo/madurismo es arriesgada. Si llegara a salir mal habrá que prepararse para el desafío final. Fuere cual fuese el resultado de este problema que nos atañe a todos los venezolanos, lo que sí hay que tener en claro es que quien nos llevó a estos riesgos han sido Chávez y Maduro, que por su empeño en extender la utopía de la  “revolución socialista del siglo XXI” han desmejorado la perspectiva de Venezuela en este caso. Cuidado con que después se vengan a atribuir culpas a la cuarta república, a la iguana que corta cables o al imperio que nos ataca.

La entrada La cosa no viene fácil se publicó primero en EL NACIONAL.

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