De sufrir violencia de género a competir por el campeonato de Europa de boxeo

La hostia más fuerte que ha recibido Miriam Gutiérrez no ha sido dentro de las dieciséis cuerdas. Hace catorce años, embarazada de ocho meses, recibió un fortísimo golpe de su ex pareja que la llevó a parir precipitadamente. Era prisionera de la violencia de género. Pero la vida es caer y levantarse, y ello le hizo arroparse en el boxeo, y ahora es ella quien golpea con dureza en busca del EBU del peso ligero, hoy, en Madrid.

Embajadora de la Fundación Jero (regentada por Jero García, su entrenador y familia de no-sangre, de esa que se elige), ahora compagina su trabajo y sus hijos con la pedagogía. Crecer es aprender a despedirse, y Miriam enseña por los colegios, por los institutos, por las instituciones; en fin, por donde sirve, a cómo quitarse los miedos y afrontarlos. «Si yo veo que llego a los corazones, tendré tiempo para hacer ver a esas personas que si se quiere, se sale».

Ahora afronta uno de los retos más complejos de su carrera: el asalto al campeonato de Europa. «Me encuentro bien: sabemos que hemos trabajado y estoy deseando que llegue el día para volver a comer bien». Al ser a más asaltos de lo habitual, ha tenido que focalizarse en dicho aspecto: «Tengo que pulir muchos más ajustes por el ritmo de combate». El combate es sólo un trámite: su lucha por la vida es su verdadera victoria.