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El milagro de la fábrica de trineos letones que ganó el pulso a Ferrari y McLaren

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Grandes nombres como Ferrari, McLaren o BMW probaron suerte en el sector, pero no fueron capaces de igualar el éxito de la humilde empresa letona Bobsleja Tehniskais Centrs (BTC), especializada en la concepción y fabricación de bobsleighs. «Estimamos que al menos el 60% de los equipos y clubes del mundo entero han usado en un momento dado bobs letones de BTC», asegura con orgullo Janis Skrastins, el propietario de esta empresa situada en las afueras de Riga. Este sexagenario de pelo grisáceo participó en los Juegos Olímpicos de Invierno defendiendo los colores de la Unión Soviética en la categoría de bobsleigh. Ahora participan sus trineos que, según él, permitieron al canadiense Justin Kripps llevarse el título olímpico hace cuatro años en Pyeongchang-2018 y a la canadiense Kaillie Humphries, ahora nacionalizada estadounidense, firmar sus mayores éxitos. «Hace falta un año para idear y probar un nuevo modelo de bob para dos», explica en su fábrica. «En ese tiempo muchos prototipos se fabrican, pero eso resulta en cinco trineos vendidos al año», añade. En medio de trineos en diferentes fases de su ensamblaje, enormes máquinas y herramientas para recortar metal, Skrastins dirige a su media docena de empleados. «La construcción empieza por el modelado en 3D, que realiza una sociedad de ingeniería externa y puede costar hasta 14.000 euros» (15.800 dólares), explica. El precio de venta de un bob, según la web especializada Bobsleigh.uk, oscila entre 60.000 y 120.000 euros. Aunque en el pasado algunas federaciones recibieron un precioso respaldo en materia de aerodinámica de Ferrari (Italia), McLaren (Reino Unido) o BMW (Alemania), ninguna tuvo los medios para tomar riesgos e innovar como lo hizo BTC. «Muchos trineos fallidos, cuyo desarrollo costó decenas de miles de euros, se cubren de polvo en un hangar», dice Skrastins. Solo Alemania, referencia mundial de la disciplina, dispone de una empresa que puede hacerle sombra. «Pero incluso los alemanes un día compraron un trineo a BTC, para ver nuestro trabajo», sonríe el jefe. El casco de un bob solo mide unos milímetros de espesor. Pero, proyectado a más de 130 km/h por un «tobogán de hielo» de más de un kilómetro, debe resistir los roces contra las paredes de hormigón de las pistas y a veces a violentos golpes a gran velocidad si hay un error de pilotaje. «Hecho de fibras de carbono y de un compuesto de plexiglás, el casco se fabrica a mano en un astillero naval en Riga. Es importante que los ángulos de las capas que se entrecruzan sean regulares para optimizar su resistencia», explica Andris Poikans, jefe de producción de la empresa Prestol, que se encarga de este trabajo. El bobsleigh es un deporte popular en Letonia. Gracias a esta categoría, el país báltico independiente desde 1990 se llevó su primera y única medalla de oro olímpica en 2014 en Sochi (Rusia) y un total de tres de las nueve obtenidas en Juegos de Invierno. «El hecho de tener una fábrica de bobsleigh en Letonia es una gran ventaja para nosotros, como el hecho de tener nuestra propia pista de hielo artificial en Sigulda. Esto permite a una nación tan pequeña competir con Rusia, Alemania, Estados Unidos, Canadá, Suiza y otras grandes naciones del descenso en trineo», explicó Sandis Prusis, entrenador del equipo letón. Aunque los mejores equipos del mundo suelen guardar como un gran secreto el material empleado, no es arriesgado apostar que numerosas medallas obtenidas en la pista de Pekín 2022 en Yanqing deberán mucho a una pequeña empresa letona en Riga.
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