El bádminton como medicina después de que un ladrón le cortara el brazo con un machete
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El bádminton debuta en el programa paralímpico en este Tokio 2020 y los jugadores celebran la nueva con partidazos de locura. Entre ellos, el que enfrentó a la neerlandesa Megan Hollander y la ugandesa Ritah Asiimwe. Ganó la primera, quizá por el amuleto que llevaba al cuello, un recuerdo muy especial de su mentora en este deporte, su madre.
Hollander, que es fan de Carolina Marín, nació sin parte de su brazo izquierdo y la aceptación cuando era adolescente no fue la más fácil del mundo. Su madre le dijo que el deporte podría darle fuerza y objetivos. Y se fijó en el bádminton. «Siempre me sentí diferente, pero con el parabádminton vi que había más personas con discapacidad como yo. Eso me ayudó en el proceso», comentaba sobre sus orígenes en el deporte.
Comenzó en 2015, sintiéndose cada día más fuerte y hablando con su madre de soñar con unos Juegos Paralímpicos. «Mi madre me llevó al Mundial de Inglaterra y gané el bronce. Compartir ese momento con ella fue muy especial». Pero en 2018 todo se acabó. Su madre falleció por cáncer y Megan no quiso seguir golpeando volantes. «Comencé mi viaje de parabádminton con ella. Ir a los Juegos Paralímpicos era nuestro sueño. Es un viaje que comenzamos juntas y era algo que quería terminar con ella, pero no pude», recordó. No quería jugar más y se tomó casi un año sin coger la raqueta, volvió a casa y comenzó una vida con su novio, sin pensar en volantes ni redes. Pero poco a poco el dolor se fue pasando, empezó a ser feliz de nuevo y recordó aquellas conversaciones sobre unos Juegos. «Finalmente me di cuenta de que podía volver porque ella siempre estaría conmigo».
Y está con ella de una forma mental, emocional y también física, pues la neerlandesa lleva un collar en Tokio 2020 que contiene las cenizas de su madre. «Es precioso», apuntó tras su encuentro de ayer. Pero también la lleva en la piel, pues en su brazo derecho lleva un tatuaje con la fecha de la muerte de su madre: 26.6.2018. «Incluso en 2017, cuando ya estaba enferma, me seguía diciendo 'Adelante, puedes hacerlo, podrás ser la mejor'».
Por el momento en Tokio ha perdido su primer partido y ha ganado el segundo, contra Ritah Asiimwe. La ugandesa comenzó en el parabádminton en 2019 y en 2020 tuvo que dejarlo por la pandemia, así que en una recién llegada a este deporte, pero ya tiene fuerza, coraje y nivel para clasificarse para unos Juegos.
Fuerza y coraje tuvo el día que se convirtió en una persona con discapacidad. En 2005 llegaba a casa de su abuela cuando vio a dos individuos intentando entrar. Uno de ellos llevaba un machete, el otro, un martillo. «Me vieron y en lugar de saltar por encima del muro, me persiguieron. Y estoy agradecida de que lo hicieran porque no sé cuántas personas habrían podido haber herido. Era Navidad y todos mis primos y hermanas estaban allí», relata. «Luchamos, uno estaba frente a mí, con el machete, y el otro, detrás, con el martillo. Pensé que si dejaba caer el machete podría quitárselo y lanzarlo, y que cuando lo fuera a buscar, me iría. Y todo pasó muy rápido, me intentó golpear con el machete, lo frené, pero el de atrás me golpeó en los tobillos. Levanté la pierna y no recuerdo más. Me desperté, quería alejarme, pero me di cuenta de que mi mano estaba suelta. La envolví con un jerséi y fui a pedir ayuda. Les pedí un vaso de agua a los vecinos y creo que me desmayé. Cuando llegó mi abuela, la escuchaba, pero no podía verla. Me llevaron al hospital, mi madre llegó al día siguiente. Me llevaron a un hospital en Kampala y me hicieron la amputación. Salí del hospital después de tres semanas y me curé en el siguiente mes».
Tras licenciarse en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Mbarara, sintió que necesitaba volver al deporte porque tras la amputación ninguno parecía posible. «En 2018 me hablaron de una competición de parabádminton y no fui, corrí a ella. Ya no he regresado», comentaba ayer tras el partido contra la neerlandesa. Nunca había estado con personas con discapacidad. «Miraba y me decía 'hay gente que está peor que tú, quizá puedes ser alguien'». Eso sí, aunque es diestra de nacimiento, tuvo que aprender a jugar con la izquierda. No le importa, pudo defender a su familia y ahora está en unos Juegos Paralímpicos.
Hollander, que es fan de Carolina Marín, nació sin parte de su brazo izquierdo y la aceptación cuando era adolescente no fue la más fácil del mundo. Su madre le dijo que el deporte podría darle fuerza y objetivos. Y se fijó en el bádminton. «Siempre me sentí diferente, pero con el parabádminton vi que había más personas con discapacidad como yo. Eso me ayudó en el proceso», comentaba sobre sus orígenes en el deporte.
Comenzó en 2015, sintiéndose cada día más fuerte y hablando con su madre de soñar con unos Juegos Paralímpicos. «Mi madre me llevó al Mundial de Inglaterra y gané el bronce. Compartir ese momento con ella fue muy especial». Pero en 2018 todo se acabó. Su madre falleció por cáncer y Megan no quiso seguir golpeando volantes. «Comencé mi viaje de parabádminton con ella. Ir a los Juegos Paralímpicos era nuestro sueño. Es un viaje que comenzamos juntas y era algo que quería terminar con ella, pero no pude», recordó. No quería jugar más y se tomó casi un año sin coger la raqueta, volvió a casa y comenzó una vida con su novio, sin pensar en volantes ni redes. Pero poco a poco el dolor se fue pasando, empezó a ser feliz de nuevo y recordó aquellas conversaciones sobre unos Juegos. «Finalmente me di cuenta de que podía volver porque ella siempre estaría conmigo».
Y está con ella de una forma mental, emocional y también física, pues la neerlandesa lleva un collar en Tokio 2020 que contiene las cenizas de su madre. «Es precioso», apuntó tras su encuentro de ayer. Pero también la lleva en la piel, pues en su brazo derecho lleva un tatuaje con la fecha de la muerte de su madre: 26.6.2018. «Incluso en 2017, cuando ya estaba enferma, me seguía diciendo 'Adelante, puedes hacerlo, podrás ser la mejor'».
Por el momento en Tokio ha perdido su primer partido y ha ganado el segundo, contra Ritah Asiimwe. La ugandesa comenzó en el parabádminton en 2019 y en 2020 tuvo que dejarlo por la pandemia, así que en una recién llegada a este deporte, pero ya tiene fuerza, coraje y nivel para clasificarse para unos Juegos.
Fuerza y coraje tuvo el día que se convirtió en una persona con discapacidad. En 2005 llegaba a casa de su abuela cuando vio a dos individuos intentando entrar. Uno de ellos llevaba un machete, el otro, un martillo. «Me vieron y en lugar de saltar por encima del muro, me persiguieron. Y estoy agradecida de que lo hicieran porque no sé cuántas personas habrían podido haber herido. Era Navidad y todos mis primos y hermanas estaban allí», relata. «Luchamos, uno estaba frente a mí, con el machete, y el otro, detrás, con el martillo. Pensé que si dejaba caer el machete podría quitárselo y lanzarlo, y que cuando lo fuera a buscar, me iría. Y todo pasó muy rápido, me intentó golpear con el machete, lo frené, pero el de atrás me golpeó en los tobillos. Levanté la pierna y no recuerdo más. Me desperté, quería alejarme, pero me di cuenta de que mi mano estaba suelta. La envolví con un jerséi y fui a pedir ayuda. Les pedí un vaso de agua a los vecinos y creo que me desmayé. Cuando llegó mi abuela, la escuchaba, pero no podía verla. Me llevaron al hospital, mi madre llegó al día siguiente. Me llevaron a un hospital en Kampala y me hicieron la amputación. Salí del hospital después de tres semanas y me curé en el siguiente mes».
Tras licenciarse en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Mbarara, sintió que necesitaba volver al deporte porque tras la amputación ninguno parecía posible. «En 2018 me hablaron de una competición de parabádminton y no fui, corrí a ella. Ya no he regresado», comentaba ayer tras el partido contra la neerlandesa. Nunca había estado con personas con discapacidad. «Miraba y me decía 'hay gente que está peor que tú, quizá puedes ser alguien'». Eso sí, aunque es diestra de nacimiento, tuvo que aprender a jugar con la izquierda. No le importa, pudo defender a su familia y ahora está en unos Juegos Paralímpicos.