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Peñalver y Leal, los apellidos del bádminton

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El primero fue Marco, el mayor. Probó el bádminton en el instituto, le gustó y empezó a jugar en el club que había en Mocejón (Toledo). Después vino Luis Enrique, «Kike», el mediano. Salía de catequesis y no tenía con quien quedarse, así que esperaba a su hermano, hasta que al final se animó a coger la raqueta. La última fue Sara, la pequeña. Los padres trabajaban, ella se pegaba a sus hermanos y el entrenador la retó a que el día en el que diera 100 toques seguidos al volante, también entrenaría. Así fue. Son los Peñalver. Son toledanos y son uno de los apellidos más importantes del bádminton. Marco ya lo dejó, mientras que Kike, con 22 años, es ahora el 115 del ranking mundial, segundo español tras Pablo Abián (en la posición 43). Sara, 19 años cumple en agosto, es la 122 de la clasificación y cuarta española tras Carolina Marín (número 6), Beatriz Corrales (26) y Clara Azurmendi (92). Su caso no es único. Ni en el bádminton ni en Toledo. Porque, después de los Peñalver, están los Leal, más jóvenes aunque vienen arreando igual. Cuando Claudia y Álvaro eran pequeños, sus padres querían practicar un deporte en el que pudiera jugar toda la familia. El bádminton fue el elegido y el pabellón de Santa Bárbara, en Toledo capital, el centro de operaciones. Álvaro y Claudia Leal - ABC Han sido campeones y subcampeones de España en varias categorías (Álvaro dice, casi disculpándose, que ha perdido siete finales, como si ya el hecho de llegar a ellas estuviera al alcance de cualquiera). Ahora competirán en el Europeo júnior que se celebra en Estonia en septiembre. «El bádminton es muy fácil de empezar a jugar y enseguida disfrutas. Lo difícil es coger la técnica y aprender determinados golpes», dice Claudia, recién estrenada la mayoría de edad. «Yo jugaba también al fútbol, pero me decidí por el bádminton por los viajes, vas por toda España», añade su hermano Álvaro, un año más joven. «A mí me gusta la velocidad con la que se juega y me parece muy divertido», apunta Kike. «Es un deporte que se va renovando y en el que siempre hay muchas cosas por aprender. Hubo varios años en los que lo combinaba con el baile, pero lo dejé porque me aburría», remata su hermana Sara. El bádminton ha tenido un crecimiento espectacular en España a raíz de Carolina Marín, campeona de Europa, del mundo y olímpica. El gran referente, claro, para los Peñalver y los Leal. Según los datos del Consejo Superior de Deportes (CSD), entre 2012 y 2016 las licencias crecieron un 53 por ciento. El año pasado había 7.789 federados, aunque, contando con los escolares, el número de practicantes supera los 25.000. La cifra sigue siendo muy baja si se compara con China (más de un millón), Indonesia (280.000) o Francia (180.000). De ahí que lo de Carolina Marín tenga aún más mérito. Kike Peñalver es el segundo español en el ranking mundial - Bádminton Europe Hablar, escuchar, ayuda a desmontar el tópico. Ese, por ejemplo, de que los jóvenes de hoy ya no se sacrifican. Con doce años, Kike se marchó a un centro de alto rendimiento en Oviedo. «Si quería ser de los mejores, tenía que ir a algún sitio especializado. Fue un poco atrevido, pero no lo pasé del todo mal», cuenta con naturalidad. Allí estuvo hasta los 18. Su hermana le siguió los pasos y estuvo en Oviedo cuatro años. «A mis padres los veíamos cuando teníamos alguna competición cerca de Toledo y ellos se acercaban; o, si no, en vacaciones, y poco más. Subían más ellos a Oviedo», recuerda Sara. Ambos residen ahora en la «Blume», en Madrid, donde se cuecen a fuego lento los mejores deportistas del país. De muchos de ellos solo se sabe cada cuatro años, cuando llegan los Juegos Olímpicos y el españolito de turno les exige medallas como si estas cayeran del cielo. Su rutina abruma. «Nos levantamos a las siete. Ahora en verano tenemos entrenamiento de ocho a diez, y de doce a dos, y luego por la tarde otras dos horas de físico. Durante el resto del año, de ocho a once vamos a clase, de once a dos entrenamos, de tres a cinco y media volvemos a clase, y luego más entrenamiento», cuenta Sara. Si no hay competición, tienen libre a partir del sábado a la hora de comer. Lo mismo les ocurre a los Leal en Oviedo, donde llevan dos años en el centro de alto rendimiento en el que se formaron los Peñalver gracias a una beca del Principado de Asturias. Al contrario que en el fútbol, en los deportes minoritarios la formación académica es muy importante. Sara va a empezar este año un grado superior de Tafad (Técnico de Animación de Actividades Físicas Deportivas). Kike probó con la Psicología, pero el próximo curso hará algo relacionado con la Biología. Claudia se estrenará en la universidad con el grado de Magisterio de Primaria por Inglés y Álvaro aún está en 2º de Bachillerato. El futuro, que no está escrito, será lo que ellos quieran. Los cuatro sueñan con representar a España en unos Juegos Olímpicos, aunque es harto difícil. Para ir hay que ser el mejor del país o estar entre los 16 mejores del mundo. Son jóvenes y tienen lo más preciado: tiempo.
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