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Super Mario World 2: Yoshi’s Island, uno de los mejores plataformas de la historia, cumple 30 años

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La primera aventura en 2D protagonizada por Yoshi y Baby Mario fue un hito tanto a nivel técnico como por sus mecánicas de juego.

¿Qué producto podría mejorar un juego prácticamente perfecto como lo fue Super Mario World? El título de debut de SNES, además de convertirse en el abanderado de lo que a nivel comercial se denominó “el cerebro de la bestia” (por su superioridad técnica en comparación a su rival de aquella época, Mega Drive), fue un éxito de ventas que sentaría las bases del género por excelencia de los 16 bits, un hecho que solo logró ser disputado por otro auténtico clásico entre clásicos: Donkey Kong Country. Así que haciendo gala de la creatividad que habitualmente caracteriza las producciones más importantes de la gran N, Shigeru Miyamoto encargó a un pequeño grupo de programadores crear una secuela que intentase estar a la altura de las circunstancias. El resultado fue Super Mario World 2: Yoshi’s Island, que el pasado 4 de agosto cumplió nada más y nada menos que treinta añitos.



Como cabe esperar, su creación no estuvo exenta de problemas y de algunas circunstancias fruto del salto generacional que Nintendo estaba preparando por aquel entonces. No en vano, y tras un desarrollo que se alagaría durante cuatro años (algo nada habitual por aquel entonces), el título llegó finalmente al mercado en 1995 en Japón, EE. UU. y Europa, justo un año antes de que Nintendo 64 debutase con Super Mario 64 como un sorprendente referente para la industria.

Arreglando lo perfecto

Esta nueva aventura plataformera se caracterizaba por ser la primera vez en la que Mario, ahora convertido en un bebé, cedía el protagonismo a Yoshi, el dinosaurio que le acompañó en su primera andadura por SNES y cuya popularidad, sobre todo en Japón, alcanzó cotas que ni tan siquiera la propia Nintendo logró vaticinar en su momento. Sin tener del todo claro cómo mejorar el resultado de Super Mario World, el equipo de Nintendo Entertainment Analysis and Development, el principal del estudio de la compañía, más conocido como Nintendo EAD, se puso manos a la obra y se centró en solucionar algunas de las quejas que los usuarios les habían hecho llegar con el paso del tiempo. Una de ellas era la excesiva dificultad de algunos tramos del juego, sobre todo en lo que a la precisión a la hora de realizar saltos que exigían una precisión quirúrgica se refiere.



De ahí nació la idea de que Yoshi pudiese revolotear por el aire durante unos pocos segundos, así como también la posibilidad de que, tras recibir un impacto, el bebé Mario saliese disparado por el aire, siendo posible recuperarlo y seguir jugando sin tener que repetir forzosamente la fase. Junto a estos dos cambios, que en la práctica alteraron notablemente el estilo de juego típico de los plataformas que habían aparecido hasta ese momento, se otorgó a Yoshi la posibilidad de lanzar huevos, algo fundamental tanto para defenderse de los enemigos como para obtener objetos fuera de su alcance, e incluso para desvelar zonas ocultas en los escenarios. La recolección tanto de estrellas que ampliaban el tiempo que el bebé Mario podía flotar por el aire antes de ser raptado por uno de los malvados secuaces de Magek, uno de los más fieles ayudantes de Bowser, como de monedas rojas y de margaritas añadían motivos para rejugar las mismas fases una y otra vez hasta obtener el 100 % del contenido. Es decir: podemos superar las fases sin complicarnos la vida o ir un poco más allá buscando objetos ocultos y demás secretos.



Exuberancia artística: como un cuento infantil

Tanto la idea principal del juego como el diseño de niveles recibieron el aplauso incondicional de la prensa especializada y de los aficionados. Sin embargo, hay otro rasgo muy característico de la aventura sin el cual probablemente no hubiese obtenido el mismo éxito: su estilo gráfico. Hablamos de una época en la que se consideraba que el ciclo de SNES ya había tocado a su fin, lo que en otras palabras quiere decir que las compañías, empezando por la propia Nintendo, creían que ya se había sacado el máximo rendimiento de las capacidades técnicas de la consola. El lanzamiento de Donkey Kong Country, desarrollado por una empresa externa como Rare, cambió esta percepción, pero lo hizo empleando un aspecto más realista y a través de escenarios prerrenderizados. Pese a su éxito, Nintendo decidió seguir adelante con un estilo inspirado en los dibujos animados infantiles, eso que hoy se denomina arte de pixel o pixelart.



El resultado fue una auténtica revolución gráfica en la que, por primera vez, se le daba la misma importancia al trabajo artístico que al jugable, por no hablar de las innumerables formas en las que se empleó este sistema: desde los distintos diseños de Yoshi, capaz de transformarse en todo tipo de vehículos para superar algunas fases, hasta las escenas que narraban el sencillo argumento, muy similares a las que se suelen asociar con los cuentos para niños. Su encantadora apariencia no desdeñó el uso de algunas técnicas novedosas para la época, algo que se debe en parte al uso del microchip Super FX2, que permitía aplicar rotación a los sprites, distorsión en los escenarios y todo tipo de divertidas animaciones tanto por parte de Mario como de Yoshi cuando este último escupía las pepitas de sandía que podía comer para emplear como método de ataque.



El legado de Yoshi

Con más de ocho millones de copias vendidas mundialmente, Yoshi’s Island se aupó hasta el octavo puesto de los juegos más vendidos de SNES, además de figurar en múltiples listas de los mejores juegos jamás creados para la consola. Con el tiempo, esta aventura volvería a la palestra de la actualidad con leves cambios en la jugabilidad de la mano de Yoshi’s Island: Super Mario Advance 3, un port para GBA. Una secuela, Yoshi’s New Island, llegaría tiempo después a las tiendas sin obtener el mismo reconocimiento que su hermana mayor. Pese a esto, Yoshi continuó su aventura en solitario en propuestas como Yoshi’s Story, Yoshi’s Woolly World o el más reciente Yoshi’s Crafted World, todos ellos con un claro enfoque destinado a los más pequeños de la casa.



Hoy por hoy podemos disfrutar de Super Mario World 2: Yoshi’s Island a través del servicio Online de Nintendo Switch o dentro del catálogo de esa pequeña maravilla que fue la SNES mini (SNES Classic Edition). Cualquier método es válido para disfrutar de uno de los Super Mario más originales, bonitos y divertidos que existen.

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