Ni los saltos ni las transformaciones: La clave de Donkey Kong Bananza, según Nintendo, está en la destrucción
La nueva aventura de Donkey Kong apuesta por la destrucción persistente como eje jugable, con escenarios repletos de secretos y caminos ocultos que se revelan a base de puñetazos.
Desde hace unos días ya está a la venta Donkey Kong Bananza en Nintendo Switch 2, una aventura de acción y plataformas en 3D que ya es uno de los juegos más aclamados del año, y que como os contamos en nuestro análisis hace de la destrucción del entorno uno de los pilares del gameplay.
Por si había alguna duda, en una entrevista Nintendo ha revelado el corazón de su nuevo exclusivo para Switch 2, no son ni los saltos ni las transformaciones los que definen la experiencia, sino algo mucho más contundente: romper cosas. "Lo que realmente buscábamos era una experiencia de juego que naciera de la destrucción", explica Kazuya Takahashi, director del juego, en una entrevista con The Verge.
Donkey Kong Bananza es el segundo gran exclusivo de Switch 2, y está desarrollado por parte del equipo de Super Mario Odyssey (2017). De hecho, el germen del proyecto nació durante la etapa de la primera Switch, inspirándose en las mecánicas destructivas que permitía la tecnología voxel, como las enormes pilas de queso del Reino Almuerzo o la nieve del Reino Invernal en Odyssey. "Habíamos utilizado tecnología voxel en Super Mario Odyssey", señala Kenta Motokura, productor de Bananza. "Pero nos dimos cuenta de que, al conocer Switch 2, había aún más posibilidades por explorar".
Gracias al nuevo hardware, Nintendo ha podido crear una gran variedad de materiales que Donkey Kong puede destrozar, desde rocas hasta chocolate fundido y, además, hacer que esa destrucción sea persistente. "Con Switch 2 descubrimos que podíamos crear muchos tipos distintos de objetos destructibles", explica Takahashi. "Esto generó una experiencia de destrucción muy diversa". Y lo que es más importante: "Esa destrucción es continua. Puedes romper algo, encontrar algo interesante detrás, y seguir destruyendo y descubriendo sin parar".
Como os contamos en nuestro análisis, en Donkey Kong Bananza, la destrucción no es un simple añadido visual, sino el núcleo mismo de la jugabilidad. Gran parte del entorno es destructible y Donkey Kong puede abrirse paso a base de puñetazos, rompiendo paredes, suelos o techos para descubrir rutas, cofres ocultos o bananas doradas. Cada material tiene una dureza distinta, lo que aporta variedad e implica pensar estratégicamente cómo avanzar. Además, lo destruido no se regenera, lo que crea una sensación de impacto real en el mundo. Esta mecánica, adictiva y constante, convierte cada escenario en un puzle físico y en una aventura llena de descubrimientos inesperados.
Desde hace unos días ya está a la venta Donkey Kong Bananza en Nintendo Switch 2, una aventura de acción y plataformas en 3D que ya es uno de los juegos más aclamados del año, y que como os contamos en nuestro análisis hace de la destrucción del entorno uno de los pilares del gameplay.
Por si había alguna duda, en una entrevista Nintendo ha revelado el corazón de su nuevo exclusivo para Switch 2, no son ni los saltos ni las transformaciones los que definen la experiencia, sino algo mucho más contundente: romper cosas. "Lo que realmente buscábamos era una experiencia de juego que naciera de la destrucción", explica Kazuya Takahashi, director del juego, en una entrevista con The Verge.
El arte de la destrucción
Donkey Kong Bananza es el segundo gran exclusivo de Switch 2, y está desarrollado por parte del equipo de Super Mario Odyssey (2017). De hecho, el germen del proyecto nació durante la etapa de la primera Switch, inspirándose en las mecánicas destructivas que permitía la tecnología voxel, como las enormes pilas de queso del Reino Almuerzo o la nieve del Reino Invernal en Odyssey. "Habíamos utilizado tecnología voxel en Super Mario Odyssey", señala Kenta Motokura, productor de Bananza. "Pero nos dimos cuenta de que, al conocer Switch 2, había aún más posibilidades por explorar".
Gracias al nuevo hardware, Nintendo ha podido crear una gran variedad de materiales que Donkey Kong puede destrozar, desde rocas hasta chocolate fundido y, además, hacer que esa destrucción sea persistente. "Con Switch 2 descubrimos que podíamos crear muchos tipos distintos de objetos destructibles", explica Takahashi. "Esto generó una experiencia de destrucción muy diversa". Y lo que es más importante: "Esa destrucción es continua. Puedes romper algo, encontrar algo interesante detrás, y seguir destruyendo y descubriendo sin parar".
Como os contamos en nuestro análisis, en Donkey Kong Bananza, la destrucción no es un simple añadido visual, sino el núcleo mismo de la jugabilidad. Gran parte del entorno es destructible y Donkey Kong puede abrirse paso a base de puñetazos, rompiendo paredes, suelos o techos para descubrir rutas, cofres ocultos o bananas doradas. Cada material tiene una dureza distinta, lo que aporta variedad e implica pensar estratégicamente cómo avanzar. Además, lo destruido no se regenera, lo que crea una sensación de impacto real en el mundo. Esta mecánica, adictiva y constante, convierte cada escenario en un puzle físico y en una aventura llena de descubrimientos inesperados.