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Norris exige el máximo a Verstappen, vencedor por siete décimas

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«Ha habido que trabajar duro », resopla Max Verstappen después de su quinta victoria de la temporada y de sentir que ya no puede deslizarse sin rivales por la Fórmula 1. Tiene al menos uno, el equipo McLaren, que vuelve a situar a Lando Norris al borde del triunfo después de su éxito hace dos semanas en Miami. Por menos de un segundo, solo siete décimas, el neerlandés vuelve a escuchar su himno. Fue una carrera muy aburrida que solo se animó al final con esta lucha imprevista por la victoria, en la que Carlos Sainz se quedó en zona intermedia, quinto, y Fernando Alonso cerró como pudo su peor fin de semana en muchos años, penúltimo en Ímola. Acaba el gran premio y el entusiasmo próximo al paroxismo que siente el público italiano por este deporte y por Ferrari depara una imagen única, solo posible en Italia. Los tifossi han colonizado la pista y la han teñido de rojo, como quiere hacer el Gran Premio de Madrid. Noticias Relacionadas estandar Si fórmula 1 Así busca trabajo Sainz: más coche que sueldo y un bigote de la suerte José Carlos Carabias estandar Si Fórmula 1 Ayrton Senna, 30 años de duelo para el piloto que hablaba con Dios José Carlos Carabias | Enviado especial a Ímola (Italia) Una marabunta ocupa la recta principal del circuito Enzo y Dino Ferrari y se vuelve loca con el podio de Charles Leclerc, quien casi se disculpa en su turno de palabra por no haber podido escalar más para deleite del personal. Impone el público italiano, contagioso, orgulloso, necesario... La parroquia de Ferrari, su alegría vital, su pasión por estos colores, es lo mejor de un gran premio que es un caos organizativo, con un tráfico infernal, de accesos al circuito, de escapatorias en las salidas, de televisiones que no funcionan y de wifi que va y viene, pero que envuelve ese hechizo local que siempre soluciona los problemas con una sonrisa. Verstappen, que es más robot que persona, debió dormir menos que los padres primerizos porque disputó una carrera virtual, las 24 Horas de Nurburgring, mientras sus colegas descansaban plácidamente. En realidad la carrera del domingo se disputó el sábado, determinante la clasificación de la pole en un circuito con magnetismo ( como en el campo del Rayo, la gente puede ver la carrera desde sus balcones) y de un corte tan clásico que aburre por la dificultad para adelantar. «Solo Mónaco es peor para adelantar», comenta un Fernando Alonso que no está para chanzas porque sale el último, su gran premio de negrura, y que reacciona como un búfalo herido cuando en Dazn le preguntan por una victoria 33 que ya ha olvidado el personal. «Lo que habría que hacer es disfrutar y valorar las 32 anteriores, porque la 33 es algo que no tenemos ahora». La tarde del asturiano fue fiel al pronóstico que hizo en la previa: «Terminar la carrera e irme a casa», dijo. Y eso sucedió. Ni saliendo con ruedas rojas (las rápidas), ni con blancas (duras) ni amarillas (medias), el español salió del pozo. Penúltimo, último en pista porque se retiró Albon. La carrera no fue a peor para el asturiano después de que surgiesen unas llamas en el freno de su rued a delantera izquierda, que no tuvo consecuencias. Carlos Sainz no tuvo protagonismo en la tarde, salvo por la falta de ritmo en su Ferrari y su lucha perdida ante una escudería en alza, McLaren. Piastri le arrebató el lucimiento y con mucha más velocidad acabó cuarto. Lo que era una carrera mortecina, sin adelantamientos, sin nada que contar, que dejaba en juego de aficionados las cabezadas de la siesta en etapa llana del Tour, se convirtió en el tramo final en una bonita lucha que puso en cuestión la supremacía de Verstappen. A McLaren todas las evoluciones le funcionan y el rendimiento de los neumáticos sin mucho desgaste al final del gran premio depositaron a Lando Norris cada vez más cerca del neerlandés. De nuevo Norris sopló la nuca del hasta ahora intocable Max, recortando tiempo, comiendo vuelta a vuelta los cinco segundos de ventaja que tenía su adversario. «Te recorta en curvas 2 y 6», dijo el ingeniero de Verstappen por radio. «Mis ruedas no funcionan», contestó Max. «Es solo información», la respuesta. «Lo mío también», finalizó el piloto. Nervios en Red Bull ahora que McLaren está a su espalda, a su nivel tal vez ya. Los segundos se convirtieron en décimas y a Verstappen, que tenía dos salidas de límites y una amenaza de sanción, le salvó su imponente talento y la campana esta vez.

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