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"Estoy vivo de milagro": los otros pilotos de parapente que 'rozaron el sol' tras ser tragados por las nubes

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El ascenso de un aficionado chino es excepcional, pero no único: los parapentistas que han sido absorbidos por nubes de tormenta cuentan su experiencia y dudan de que fuera un simple accidente

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La imagen de Peng Yujiang con el rostro cubierto de hielo y colgado de las cuerdas de su parapente tras ascender por encima de los 8.000 metros ha dado la vuelta al mundo. Según las autoridades chinas, el vuelo de este nuevo Ícaro fue un accidente y el protagonista ha sido sancionado por subir las imágenes sin permiso a las redes sociales. 

Yujiang fue succionado por una corriente térmica cuando probaba un equipo nuevo en la cordillera Qilian, en el norte de China, y estuvo en el aire durante más de una hora, donde perdió brevemente el conocimiento. Ser atrapado por una de estas corrientes de convección es uno de los principales peligros de este deporte, especialmente si da lugar a la formación de una nube cumulonimbo, que pueden subir a los pilotos a alturas donde pierden la consciencia y se exponen a la muerte por hipoxia y congelación.

Aunque muchos medios han hablado de altura récord, al subir a una cota equivalente a la del Everest, el de Yujiang no es el mayor ascenso registrado por uno de estos parapentes. En 2007, la polaca Ewa Wiśnierska participaba en una competición en Australia cuando fue tragada por un cumulonimbo y estuvo vagando inconsciente a unos 10.000 metros de altitud durante casi una hora. “Fue como ver una mano que la atrapaba y se la llevaba”, recuerda uno de sus compañeros de carrera en el documental Miracle in the Storm (2010).

“Me tragó el cumulonimbo”

Fernando Blanco, parapentista gallego con 50 años de experiencia, fue tragado por uno de estos monstruos atmosféricos en una competición en 2014 en Castejón de Sos, en los Pirineos. “Me empezó a chupar el cumulonimbo y veía la gente aterrizar contra las laderas de los montes”, recuerda. “Fue un infierno. Tuve que plegar la vela, barrenar para descender y casi choco contra unos cables de alta tensión. Estoy vivo de milagro”.

Aquella no fue la ocasión en que una corriente le subió a mayor altura. En un campeonato en Piedrahita, la corriente le catapultó hasta 5.800 metros, donde el riesgo de hipoxia ya es muy elevado. “No era consciente de lo que me estaba sucediendo, no paraba de bostezar y empecé a entrar en un estado de euforia. Después de eso, pierdes la orientación y acabas desmayándote”. Ese es el principal riesgo que corrió el parapentista chino, que a su juicio no solo actuó de forma imprudente, sino que es probable que lo fuera buscando, ya que actuaba por su cuenta.  

No paraba de bostezar y empecé a entrar en un estado de euforia. Después de eso, pierdes la orientación y acabas desmayándote

Fernando Blanco Parapentista

“Creo que es una temeridad volar en el entorno de un cumulonimbo”, opina Sergio Zearreta, que también ha vivido la experiencia de ser atrapado por una nube de tormenta, en su caso en ala delta. “Literalmente, la nube me estaba tirando para arriba”, recuerda. Durante largos minutos luchó contra la corriente, pero no le dejaba escapar y se puso a gritarle a la nube, como en El viejo y el mar. Estuvo forcejeando más de media hora a unos 3.500 metros cuando por fin le liberó. “En caso de tormenta, en las competiciones se puede llegar a cancelar la manga en curso, obligando a los pilotos a aterrizar”, apunta. “Todo por la seguridad”.

En los límites del cielo

“Mientras no den más detalles, la cosa hay que tomarla un poco con precaución”, asegura Antonio Coco, presidente de la Federación Aeronáutica de Castilla y León, respecto a la historia del parapentista chino. Como experimentado piloto de globo, sabe que a partir de los 3.500 metros es muy fácil que el termómetro baje de - 35ºC y que el piloto se cubra de hielo, como se ve en el vídeo. “Pero a los 8.000 metros y pico, que dice él que ha alcanzado, dudo que aguanten los cordajes del parapente”.

Hace solo un año, mientras practicaba en el Himalaya indio, un parapentista canadiense fue arrastrado a más de 7.300 metros de altura en una nube de tormenta. En apenas 10 minutos, pasó de 3.000 metros sobre el nivel del mar a más de 7.000, alcanzando una velocidad de casi 60 km/h, como suele ocurrir dentro de estas grandes nubes. En su caso, se desmayó y apareció colgado de un árbol con lesiones que incluían manos congeladas, hemorragia retiniana, congelación de córnea, rotura de tímpano, cortes graves en la lengua y costillas fracturadas.

Los escasos daños sufridos por el chino Peng Yujiang, más allá del inicio de congelación de sus manos, hacen sospechar a los expertos que no fue atrapado de pleno por el cumulonimbo. El testimonio más terrible y directo de la violencia de estos fenómenos es el del piloto estadounidense William Rankin, quien en julio de 1959 saltó de su avión por una emergencia cuando volaba a 14.000 metros de altura y cayó directamente sobre un cumulonimbo. Según contó él mismo después, durante 40 minutos fue zarandeado como “una mota de polvo humana, sacudida arriba y abajo”, golpeado por grandes pedazos de granizo y “dando vueltas como un molinillo”. Finalmente, la nube le escupió sobre un árbol, donde quedó colgando “como una piña llovida de la estratosfera”.

Respecto al caso chino, Fernando Blanco cree que no sería la primera vez en que alguien hace una salvajada y se juega la vida solo para salir en redes sociales. El hecho de que el gobierno diga que es un accidente y al mismo tiempo le haya sancionado resulta sospechoso. “Lo normal es que una corriente térmica te suba a unos 3.000 metros, donde sube el aire caliente se condensa para formar la nube”, relata. El ojo experto no solo reconoce estos cúmulos, sino que los aprovecha para volar más lejos. “Te metes debajo de la nube y, si pillas la térmica, empiezas a girar y cuando llegas al techo sales disparado a la siguiente”. 

Ningún piloto experimentado se queda en las cercanías de una nube de tormenta, argumenta Blanco. Su panza oscura y las torres ascendentes son la señal de la que huyen, salvo que tengan que forzar y aguantar más tiempo porque están en una competición. “Pero eso no era ningún campeonato ni nada, el tipo salió ahí por su cuenta”, concluye. “Y una vez que estás ahí arriba, si te agarra un monstruo de estos, apáñate como puedas”.

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